Duplicidad.
Salmuera. 1987
El aire que refresca estos cuerpos, resecos de sol y sal, es un viento norte; como esta península de arena y cactus, que penetra el mar con una decisión comparable al desafío de la raza que la habita. Este desierto bello y cruel, donde las distancias son una ilusión, los caminos un instinto y vivir un oficio peligroso, es el hogar de la etnia Wayuu.
El mar, al llegar al final de su incansable viaje, su eterno ir y venir, descansa en las playas depositando en sus arenas una fina capa de espumas sólidas, pesadas, salinas. Su sonido es interrumpido por el por el ruido de un camión que avanza pesadamente violentando la quietud y el silencio. Lleva sal. Trae sal, para la pesada mole donde se confunden carretas, Wayuus; tractores y arijunas.
Los Guajiros tienen idioma, costumbres, ritos, orden social; son nación irreductible desde los cronistas de Indias hasta hoy, que consumen sus orgullos lentamente metidos salmuera. Clanes, familias, caciques y princesas se ven abocados a perder su identidad para nutrir la maquinaria estatal.
Septiembre 1.987.